Comienza una nueva etapa de American Horror Story que nos ha brindado durante nueve temporadas, historias y tramas de todo tipo. Pues bien, llegamos al estreno de la décima y como siempre el show ha tratado de innovar al máximo con las temáticas pues esta vez, sus creadores se han decantado por ofrecernos un slasher pero no uno cualquiera, si no uno centrado en la década de los ochenta (tiempo glorioso de este subgénero) y como no podía ser menos, con ambientación y caracterización de la época. Todo comienza con la típica masacre de campamento, cuyo lugar quedará marcado por estos funestos eventos. Unos años después, una chica traba amistad con un grupo de jóvenes guapos y modernos en una clase de aeróbic (petardeo puro) para a continuación ser atacada en su apartamento por un merodeador nocturno que está aterrorizando la ciudad. Tras este hecho, decide irse con sus nuevos amigos de monitora al campamento maldito en cuestión, donde comenzarán nuevamente los crímenes de antaño. Todo muy vintage aunque muy bien llevado. No faltarán los clichés como el viejo que advierte en la gasolinera o algún atropello accidental. Muy buen inicio para una temporada que promete gritos, asesinatos, gore y ropa petarda. Buen reparto y factura técnica (esto no suele fallar en el universo AHS) con la curiosidad de recuperar a Emma Roberts y Billie Lourd que ya trabajaron juntos en un serial similar llamado Scream Queens (2015 – 2016) donde ya fueron atacadas por otros asesinos y que aquí vuelven a hacer honor al nombre de aquella otra producción televisiva. Fans del slasher 80’s, no dejen de verla.