Jinn es una serie de Netflix de origen jordano que nos prometía explorar a través de un drama juvenil con toques fantásticos y de terror, la mitología de los Djinn (los genios de la lámpara) espíritus que pueden ser buenos o malos (aunque la saga Wishmaster nos hiciera creer lo contrario) y que pueden poseer a los humanos o tomar forma de animal. Un material verdaderamente interesante para trabajar en televisión. Y todas estas características de las criaturas mencionadas, quedan más o menos reflejadas en este show. El problema es que la trama inicial queda finalmente en poco y nada. Todo comienza con una excursión escolar donde un grupo de jóvenes despiertan sin querer a estos seres, desencadenando trágicas consecuencias. Sin embargo, el desarrollo del guión y posterior entramado queda en agua de borrajas. Es decir, todo se reduce a un entretenimiento mainstream para adolescentes de reparto exótico y ciertamente atractivo. Sin más. Una historia que va dando vueltas sobre sí misma y que parece no llevar a puerto ninguno al espectador. Una auténtica pena. Si se tiene curiosidad, tan solo son cinco episodios por lo que su visionado es rápido en modo maratón. Uno inicial de 45 minutos y los cuatro restantes duran sobre la media hora. Por si no se tiene nada mejor que hacer y sobretodo, mejor verla en su versión original. Su doblaje es una experiencia realmente aterradora.