Wanderlust es una de las mejores series de Netflix en cuanto a las fisuras que se producen en las relaciones de pareja actuales. Y es que la gente ya no se molesta en sufrir por amor cuando hay alternativas mejores o más placenteras que tenemos al alcance en las redes de citas o aplicaciones de turno. Aquí nos asaltarían términos como el famoso poliamor o las relaciones abiertas. Pero vamos por pasos y volvamos al show de marras. La premisa argumental es simple. Joy (Toni Collette) sufre un atropello que le deja algunas secuelas físicas pero también mentales. A la hora de retomar su vida de pareja normal y al volver a tener sexo con su marido Alan (Steven Mackintosh) descubre que este ya no la satisface como antes. Así que para reanimar la vida sexual de ambos, comienzan a probar otras cosas que tampoco consiguen reavivar la pasión. Finalmente salta la liebre y se les ocurre una idea revolucionaria pero que también podría dañar seriamente a su matrimonio. Salir y tener sexo con otras personas. Y eso es lo que hacen. Como el espectador ya puede deducir, todo tendrá consecuencias. Un drama salpicado de comedia, sazonado con algo de sexo y que queda lejos de otros seriales similares, gracias a un giro en el episodio cinco que da la vuelta a todo lo que creíamos saber sobre los problemas de la protagonista. Una maniobra inteligente que eleva a Wanderlust a una calidad superior de la que ya hace gala en cada episodio. Seis capítulos de una hora de duración que abordan en como lo disfuncional puede ser funcional a veces, siempre y cuando se establezcan ciertos límites.