El prestigioso realizador Éric Rohmer se dedicó a mediado de los años cincuenta a mostrarnos su pasión por el universo Poe y una de las obras que salió de ese súbito interés, fue esta peculiar adaptación a la pantalla de Bérénice que narra una historia obsesiva y retorcida. La trama gira en torno a una joven que un mal día cae enferma y comienza a fascinar de forma malsana a uno de los habitantes de la casa familiar donde habitan. La obra es una especie de ensayo audiovisual que intenta mantener una esencia a cine de los años veinte y que con sutiles toques sabe captar la atención del espectador. Es como estar ante un audiolibro que cobra vida en forma también visual. Una de esas pequeñas joyas que cualquier cinéfilo que se precie, debería descubrir y saborear.