El terror francés siempre suele darnos más alegrías que disgustos. Si esto lo aplicamos a la plataforma Netflix y a Marianne, su nueva apuesta de horror en formato serie de ocho capítulos, pues no les ha salido nada mal la jugada. Pero vayamos por partes y es que el primer episodio es de lo mejor. Un piloto que sabe encandilar al espectador más curtido en cine de terror, ya que incluye todas las bazas que nos gustan. Una escritora con «heridas abiertas» que tiene un problema con el alcohol (personaje muy común en cine y novelas de este tipo) un pasado turbulento (no cerrado) que aparece cuando menos te lo esperas y una maldición que sigue viva en un pueblo pequeño al que hay que regresar para poder hacer frente a la situación actual. Todo muy Stephen King y con escenas que de verdad, dan bastante mal rollo en su inicio. Así que pensamos… ¡bien! Esto va en la línea correcta. Sin embargo, luego Marianne se acomoda un poco y ya no es tan redonda como nos querían hacer creer. El horror se diluye, la trama quiere volverse demasiado «mística» y deja de lado el terror visceral que nos había presentado en primera instancia. También se recurre un poco al humor (sin abuso) y a la repetición de ideas o imágenes que hacen pensar que en cuatro horas, todo habría quedado bastante mejor en lugar de dar tantas vueltas a lo que ya es obvio en un par de episodios. Dicho esto, no queremos que estos últimos comentarios sean un aliciente para dejar de lado un serial que merece la pena ver y que está muy por encima de otras producciones similares. Recomendada a fans de las brujas, los sortilegios y las francesas malcaradas.