Director: Nathan Hendrickson – Género/Subgénero: Artefactos oxidados
Intérpretes: Kate Alden, Jesse James, Chelsea Farthing y Dawson Doupé entre otros.
Nivel de Caspa: Picores y enrojecimiento

Argumento: Un par de chicas vuelven al pueblo que abandonaron hace un tiempo, con la intención de ver de nuevo a su padre. Cuando llegan al lugar, todo parece estar abandonado y asqueroso. Aunque parece que no hay nadie ya, hay un ser que se oculta en la oscuridad que despertaron los habitantes del lugar, a través de un artefacto oxidado descubierto en unas excavaciones.

Dicen que el terror no tiene forma pero en el cine de este género, moldear el miedo puede ser peligroso como en el caso de esta película que acaba siendo un “maremagnum” de ideas que al final no llevan a ninguna parte. Para empezar el guión tiene muchas lagunas y es caótico a más no poder, el reparto tampoco ayuda demasiado a creerte nada de lo que estás viendo (especialmente el rol de la actriz Chelsea Farthing que no hay por dónde cogerlo y bueno, situaciones sin sentido por doquier que dejan al espectador con cara de haba.

Si a todo esto sumamos una dirección que parece estar ausente y un montaje de auténtico horror, tenemos un auténtico tobogán de pesadilla pero no por la trama o la premisa argumental en sí, más bien por el cúmulo de incoherencias que se nos presentan, una detrás de otra. Una mezcla indigesta que incluye elementos de Lovecraft o Clive Barker pero que quedan en eso, meros conceptos sin fundamento en un filme que flojea y cojea por todos lados. Si pueden, huyan de esta producción.